lunes, 18 de agosto de 2014

La ruta extraterrestre

Nave agrícola pasa

Si miro el horizonte hay una canción ahí.
Las casas me guiñan el ojo
a un ritmo entumecido pero constante.

En un momento aparece:
una melodía de cuerdas de nylon
y una gran nave se desplaza,
como comiéndose el recreo del cielo.

Después veo humo,
restos de maquinarias,
campos en concilio.

No hay tranquera que apuntale:
se desplaza una nodriza.

Adentro de las casas la gente se duplica.

Cada tanto un montecito que da gusto.
Pero insiste una cerrazón de árboles
(concilian, concilian).

Los pinos saben qué es lo que pasa.
Cargan y apuntan.
Están llenos de lechuzas agrupadas.

De repente el campo no dice nada.
Es arena movediza.
Inútil mirar al cielo,
no hay nada, no hay nada.

Las estaciones de servicio y las parrillas
son actrices internadas por drogas,
ahora limpias e intactas.

Las luces del horizonte
siguen ahí en su polirritmia.

Y basta, ya está.
No está más la nodriza.

He arribado.



Ascensión

En el cielo hay dos arcoiris.
Uno redondo alrededor del sol.
El otro es replique del primero.
Se aleja un cuarto, marcado.
Nadie se da cuenta en todo el micro.
Cuando las cosas suceden
están quienes ven
y quienes no ven nada.
Yo creo que invaden.
Algo baja como proceso químico.
Entre la nave y la periferia
urgen unas nubes.
Hay un arcoiris alrededor del sol.
¿No es eso un signo de lujuria?
Yo creo que voy a morir así.

Ruta 375 Nevada (EEUU)

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